Contexto Histórico

Semana SantaArchena, íbera, romana, mora y cristiana, pueblo blanco de cal y azahar, pueblo con profundas y enraizadas tradiciones cristianas. Parece que sus calles, rincones y plazuelas están concebidas para tener entre sus paredes un palio, parece que cuando el embrujo de la noche tiende su velo sobre nuestro pueblo, con ese olor a azahar, ese olor a incienso y ese crujir de las maderas de nuestros pasos, nos transportamos a aquellos santos lugares donde se vivió la Pasión,Muerte y Resurrección del Señor.

Desconocemos, por el momento, los sucesos acontecidos desde que los romanos abandonaron Archena o, al menos Los Baños. No sabemos si los visigodos ocuparon el espacio preparado por los romanos, si hubo lucha y/o destrucción; si aprovecharon el Balneario y la huerta de alrededor. El más grave de los silencios se cierne sobre la historia de los siglos de ocupación visigodo bizantino. Igual ocurre con la dominación árabe, no tenemos hasta hoy, ninguna referencia escrita que nos permita conocer cuál fue el destino de estas tierras hasta bien entrado el siglo XIII.

Podemos imaginar que a través de las calzadas romanas que comunicaban Archena con Cartagena y el centro de la península, pudieron llegar los árabes tras el pacto, en el año 713, de Abde-ladiz con Teodomiro. Quizás los árabes, amantes de la huerta, pudieron utilizar el sistema de regadío -si pervivía- creado por los romanos para mantener una privilegiada huerta a orillas del Segura. Aunque, lo único cierto que tenemos, es la existencia de un castillo fortaleza, actualmente en ruinas, que formaba parte de un sistema defensivo para proteger él emplazamiento del Balneario, construido sobre cimientos romanos en diversos lugares de su urbanización, además de encerrar en el recinto amurallado un poblado argárico.

El territorio murciano se encontraba rodeado por granadinos, castellanos y aragoneses, y dividido a su vez en arráeces, cada uno de los cuales hacía su propia guerra. Esta situación llevó a Ibn Hud, en febrero de 1243, a ofrecer al Infante Alfonso (por delegación de don Fernando, su padre) la soberanía del reino de Murcia y entregar para Castilla «la ciudad de Murcia e todos los castillos que son desde Alicante fasta Lorca e fasta Chinchilla». Aceptó el Infante la propuesta, postergando el encuentro definitivo para el mes de abril en Alcaraz.

El primero de mayo de 1243 efectuaba el infante don Alfonso su entrada en la ciudad de Murcia, "et los moros entregaron el alcacar al Infante don Alfonso". Continúa la crónica general: "et apoderarse en todo el señorío, et que lavase las rentas del sennorío todas, salvo cosas ciertas con avíen de rrecodir a Abenhodiel et a los otros sennores de Crevillent et d'Alicante, et d'Elche, et de Orihuela, et d'Aledo, et de Ricot, et de Ciega, et de todos los otros lugares del reino de Murcia, que eran sennoreados sobre si. Et desta guisa apode-raron los moros al Infante don Alfonso, en boz del rey don Fernando, su padre, en todo el reyno de Murcia, ssalvo Lorca, et Cartagena et Muía, que se non quisieron dar ni entrar en la pleytesia que los otros...."

Aparece aquí el nombre de Archena citado por primera vez en la Historia, en lo que a textos escritos se refiere, en un privilegio alfonsí otorgado en Murcia el 5 de julio de 1243, en el que se citan las tenencias de los castillos del reino concedidos a los caballeros de su hueste: «da en tenencia lo de Archena y otros tres castillos, a, D. Rodrigo López de Mendoza».

Para llevar a cabo la reconquista, los reyes contaron con la eficaz colaboración de las Ordenes Militares. La ayuda prestada por estos estamentos se vio recompensada con una serie de donaciones en las tierras conquistadas.

La Orden de San Juan de Jerusalén es la última en aparecer en el territorio murciano, en cuanto a establecimiento militar se refiere, ya que en el orden religioso se adelantó a las otras Ordenes, cuando su Prior Fernán Ruiz logró la concesión de la Iglesia de San Juan, extramuros de la capital, en 1248.

Domingo de Resurrección Parece que la Orden de San Juan no participó en la ocupación del reino en 1243, ni en la reconquista de Jaime I de Aragón en 1266. Aunque, no sería hasta final de siglo en que la Orden decidiera reanudar su actividad en este reino, motivada por la concesión de Calasparra por Sancho IV, el 9 de junio de 1289:

Por facer bien e merced a la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalen. E a don Fernant Pérez, grande comendador de lo que a esta Orden sobredicha en España y a los freyles delta también, a los que agora son como los que serán de aquí adelante, dárnosles en limosna por Dios e de nuestras animas e de nuestros parientes en remisión de nuestros pecados el nuestro castillo que dicen Calasparra, que es en el reyno de Murcia ...

Sin embargo, la concesión de Archena a la Orden de San Juan por el infante don Alfonso se produjo bastantes años antes de esta fecha, concretamente el 15 de junio de 1244 en Lorca. En el texto de la concesión encontramos una referencia explícita a la existencia de un castillo y de una villa, algo que hasta entonces no teníamos constancia. La propiedad es entregada en Consuegra al comendador de la Orden frey Guillen de Mondragon, en los siguientes términos:

" ....otorgo a el e a la Horden del Hospital de Ultramar, donde el es freiré, el castillo de Archena con su villa por heredat, con montes e con fuentes e con pastos, con entradas e con salidas, con todos sus términos e con todas sus pertenencias, así como las avie Archena en tiempo de moros. E dogela desta guisa, que lo aya libre e quito por siempre jamas para vender e cambiar e empeñar, e para fazer dello como de lo suyo".

Así se formó la Encomienda de Calasparra con la subencomienda de Archena que permanecería hasta la desamortización del siglo XIX. Aprovechando los años de paz que la ausencia de incursiones moras producía en el reino de Murcia, la Orden de San Juan, manifestando una vez más su afán pacifista y colonizador, se anticipó en la encomienda de Calasparra, a la tendencia repobladora y de asentamiento que se produce en el reino durante el siglo XV, otorgando a Calasparra en 1412-1414, ordenanza y repartimiento.

Archena, como aljama de moros, soportó un régimen jurídico-administrativo distinto y mucho más gravoso que el de la encomienda de Calasparra. La ordenanza otorgada el 11 de septiembre de 1462 por el comendador de Calasparra frey Luis de Paz, conforme a los usos tradicionales, constituye más que un privilegio un arancel de derechos de la Orden sobre sus pobladores.

La firma de la paz en Granada por los Reyes Católicos en 1492, implica la conquista y sometimiento del último bastión musulmán en España. De esta forma se abren las esperanzas de lograr la tranquilidad tras finalizar las contiendas militares fronterizas. Esto supone un considerable cambio en la forma de vida de los lugares del reino que, como Archena, han sufrido de una u otra manera los avalares de la guerra. Con esta perspectiva se recibe el siglo XVI, que tendrá para este pueblo una especial significación.

La seguridad que se disfruta se nota especialmente en los campos, antes siempre expuestos a las razias musulmanas. Aumenta la población considerablemente en este siglo, se roturan nuevas e importantes extensiones agrícolas yermas. El lugar de Archena se convierte en villa y en torno a su mezquita se va formando un creciente núcleo urbano a lo largo del siglo.

A comienzos de este siglo se produce un hecho histórico que va a hacer cambiar la vida de los mudejares murcianos. Tras la conquista del reino granadino, los Reyes Católicos, influenciados por el Cardenal Cisneros, procuraron la unidad religiosa como eficaz complemento a su política de unidad territorial. A consecuencia de las exigencias de Cisneros con los moros granadinos, éstos se rebelaron en algunos lugares. Una vez derrotados, se les obligó a convertirse al cristianismo o marcharse.

Autor: Manuel Enrique Medina Tornero.

Publicado en: "Pregón de Semana Santa Archena 2007"