El Siglo XVI como el siglo de la aparición y expansión de las Cofradías de Semana Santa

Semana Santa Ya desde el inicio del siglo XV conocemos de la existencia de la Semana Santa en Archena por dos eventos documentados en los archivos: la celebración de la cuaresma, en la que siempre se contrataba los servicios de un predicador para alimentar la fe religiosa de los feligreses y la celebración de la procesión de Domingo de Ramos, que se realizaba por las pocas calles del pueblo, con palmas que pagaba el concejo municipal.

Por otra parte, el Concilio de Trento, que se celebró entre 1545 y 1563, recomendó la estación pública, exponiendo la necesidad y ventajas que se derivaban del culto a las imágenes, verdadera efigie de Jesús y de su madre, proponiendo que estas imágenes debían salir a la calle para que los que por su voluntad no entraban en la iglesia, al encontrarse con ellas en la calle pensaran en el momento de la Pasión de Cristo que las imágenes representan. Su legislación de desarrollo intentó controlar la representación de la Pasión a través de una reglamentación que la jerarquía debía sancionar. Se intentó asegurar este control mediante disposiciones relativas al decoro de imágenes y cortejo, sirviéndose para ello de penas que incluían la excomunión.

En algún momento de este siglo se incorporó a la Semana Santa la procesión de Jueves Santo en el que los penitentes recorrían las estaciones del Via crucis (los pasos del Calvario, nombre que se ha mantenido en el callejero archenero desde hace 500 años) flagelándose y portando pesadas cruces, algunos hacían el recorrido de rodillas por las calles empedradas y de tierra; con tal devoción e ímpetu se inflingían los castigos que previamente el Concejo contrataba con el abastecedor de vino y aguardiente que rociase con vino las calles por donde discurría la procesión. Una vez acabada la procesión, en el atrio de la iglesia se efectuaba el "labatorio" acto en el que se curaban las heridas de los penitentes con vino y después se les invitába a un refrigerio compuesto por rollos de vino, aguardiente y vino (para el año 1655, por ejemplo, el refrigerio, siempre contratado con alguna vecina, se indicaba con la precisión de que los rollos debían ser hechos con una libra de azúcar, dos arrobas de vino, media azumbre de aguardiente y tres docenas de huevos).

La tradición de la procesión de Jueves Santo creemos que se intensificó en sus manifestaciones penitenciales —incluso más allá de la Semana Santa- cuando a inicios del siglo XVII, concretamente en septiembre de 1609 se tomó la decisión de expulsar a los moriscos de España, siendo los del Valle de Ricote los últimos en salir del país. Estos cristianos convertidos realizaron innumerables manifestaciones de fervor religioso, desfilando en actos de penitentes, como forma de demostrar su fe cristiana y así lo reflejaba la crónica de Fray Juan de Pereda que fue enviado al Valle para conocer el problema de primera mano y lo describió impresionado "realizaban muchas procesiones de penitentes en la cuales, jóvenes con blanca túnica, desnudos los pies, sueltos los cabellos y con el rostro velado transportaban pesadas cruces y mantenían largas vigilias en las iglesias"....

Aunque no disponemos de testimonios gráficos de las procesiones penitenciales, si sabemos que se contemplaban dos categorías de personas que desfilaban, llamados comúnmente hermanos de sangre y hermanos de luz (o alumbrantes). Los hermanos de sangre eran los disciplinantes que durante la procesión se flagelaban con manojos de cuerdas terminados en rodezuelas. Los segundos, portaban hachas de cera y al término de la procesión curaban las heridas de sus hermanos en el citado lavatorio. Las mujeres participaban en la procesión, no como disciplinantes, pues hubiera resultado impropio que una mujer mostrara su espalda desnuda, sino llevando velas encendidas delante o detrás de las imágenes, en el caso de nuestro pueblo, durante los siglos XVI y XVII únicamente detrás del Crucificado, que primero desfiló con una cruz desnuda o envuelta en un sudario y después, a partir de 1644, al menos, con un Cristo Crucificado. Y lo sabemos porque en la iglesia solo se conservaban las andas (parihuelas) de dos imágenes, la de San Juan Bautista, patrón del pueblo y titular de la parroquia y las del Crucificado. Los disciplinantes y los hermanos de luz vestían una túnica de lienzo basto ceñida con cuerdas y algún tipo de capirote.

Semana Santa La procesión se realizaba Jueves Santo por la tarde desde la iglesia hasta el Calvario. Abría la procesión una cruz de guía, que era de plata con mango de madera, portada por el "sacristán" o alguien a quien se contrataba para ayudarle en estos menesteres durante estos días, después desfilaban los penitentes y los hermanos de luz, a continuación "el paso del Crucificado" seguido de las mujeres y cerrando el cortejo la autoridad eclesiástica. Es difícil pensar que hubiera música en nuestro pueblo acompañando la imagen por la poca población de Archena (al final de este siglo, en 1697, se contabilizaban únicamente 33 vecinos o sea unos 132 habitantes) y la pobreza de la villa. El concejo únicamente participaba sufragando al predicador de cuaresma, las palmas de Domingo de Ramos y lo necesario para el lavatorio.

En el siguiente siglo, hasta 1744, no se producirán cambios en la Semana Santa, motivado por el nacimiento de una nueva Cofradía para procesionar (posiblemente creada con anterioridad) y tiene sentido ya que Archena comienza en este siglo un despegue económico y demográfico que, sin duda, tiene su refrendo en las arcas de la iglesia y prueba de ello son las obras de edificación de la misma que ya hemos mencionado. También es relevante y de repercusión en la organización del cortejo la supresión de los disciplinantes por Carlos III en 1777. Ala mentalidad ilustrada del monarca le repugnaba el sangriento espectáculo de los flagelantes, que a sus ojos aparecía más como un atavismo medieval, que como muestra de penitencia pública. La supresión de esta figura tuvo como resultado, desde mi punto de vista, el nacimiento de los "nazarenos" tal y como lo entendemos hoy día, pudiéndose afirmar que ya desde finales del XVIII se comienzan a gestar las actuales formas de procesionar y el funcionamiento de las cofradías.

Como también hemos señalado y es conocido, en un ambiente de fervor mariano que recorría España en los años finales de este siglo, el pueblo solicitó que se adquiriera y colocase en la iglesia una imagen de la Virgen de los Dolores, petición de la que se hizo eco el concejo:

«Reunidos en Cabildo, para tratar y conferir las cosas tocantes y pertenecientes al servicio de Dios Nuestro Señor, bien, utilidad, celo cristiano y esplendor de esta villa, Dijeron que muchos años hace tienen los vecinos de esta villa vivos deseos de que se haga una imagen de María Santíssima con la vocación de los Dolores, por no tenerla la Iglesia Parroquial, ni fondos su fábrica... y con el fin de que la devoción vaya en aumento. Acordaron se haga a costa y espensa de los Propios y Rentas de esta villa, librándose por ahora 200 reales... »

Por lo tanto hacia finales del siglo XVIII el cortejo procesional ya contaba con tres "pasos" y su organización se realizaba como en todos los lugares de referencia de los pueblos cercanos: tras la Cruz de guía parroquial procesionaba el Nazareno, detrás el Cristo Crucificado y cerraba el cortejo la Dolorosa y una vez más nos referimos a la existencia de las andas de estas imágenes que se guardaban en el trascoro de la iglesia como testimonio de que eran las únicas que se sacaban en procesión junto al patrón san Juan Bautista.

Creemos que fue hacia final de este siglo cuando se iniciaron los desfiles de Viernes Santo, primero por la mañana y años más tarde se instauró la procesión del Santo Entierro de Viernes Santo por la noche.

Autor: Manuel Enrique Medina Tornero.

Publicado en: "Pregón de Semana Santa Archena 2007"